El pájaro picacráneos
Bueno, sí, la profesora de Lengua
Castellana y Literatura, licenciada en Filología Hispánica por la Universidad
de Granada, que intenta ser habitual ejemplo de civismo y saber estar para sus
alumnos, se va a poner pelín vulgar. Y más que se pondrá, a tenor de las
circunstancias, en un futuro inmediato. Y es que hace poco, en una distendida
reunión en la que confluimos varios docentes, un maestro de León contó con
gracia el chiste del pájaro picacráneos, que a mí me dio pie a largas
reflexiones por analogía (parece que nunca mejor dicho). Para el que no lo conozca:
“Un joven naufrago llega a una isla
desierta. Después de besar el suelo y darle las
gracias a todos los dioses, se sienta y comienza a mirar a su
alrededor. De repente se da cuenta de que
no es el único habitante humano de la isla. Un viejo con una barba de mucho
tiempo, se le acerca y le da la bienvenida. El joven, tras un rato de
charla, le pregunta al viejo: ¿cómo haces para sobrevivir
aquí? A lo cual este responde: bueno,
realmente en esta isla hay comida y agua más que de sobra. Sólo debes tener
cuidado con el pájaro picacráneos. Te puedes imaginar, por su nombre, dónde estriba su peligro. Y,
claro, la única solución es excavar un hoyo en el suelo para cuando aparezca.
De ese modo podrás meter la cabeza. Eso es lo único que te pondrá a salvo.
Así lo hace el recién llegado. Excava su
propio agujero para introducir la cabeza cuando llegue el pájaro picacráneos.
Entonces
el viejo, en la distancia, se pone de repente a gritar: ¡el pájaro
picacráneos, el pájaro picacráneos! El avisado naufrago introduce rápidamente la
cabeza en el agujero. Y el viejo se dispone a abusar, y abusa, del expuesto culo que ha quedado sin defensa.
A lo que desde abajo, el joven responde: pica, pica, que hasta que llegues
al cráneo… “
Enlazo el chiste con la realidad que nos
ocupa. Digamos que, entre las técnicas que nuestros gobiernos emplean para
estafarnos, hay una muy evidente pero, no por ello, menos efectiva. Es el viejo
truco de anunciar que se nos va a rebajar
30 (por poner un ejemplo numérico),
para que salten todas las alarmas, preparemos nuestra afrentada
indignación, mesemos nuestras barbas y levantemos nuestras voces. Así, tras los
gritos y los azorados basta ya, nuestros gobernantes se muestran
comprensivos, humanos, y nos dicen: “bueno, vale, en vez de 30, la
rebaja será de 15”. Nos gusta, de
repente, más ese discurso. Nos suena distinto. Bueno, nos decimos,
si es solo 15… Nos sentimos hasta triunfantes. Nos sentimos hasta
con voz porque nos han escuchado. Nos autopercibimos hasta con potestad.
Pero… ojo, querían, desde el principio,
robarnos solo ese 15. He aquí el truqui. ¡Y todos contentos, que hasta
que lleguen al cráneo...!
Como resulta que Andalucía avanza, tras
el palo extra de la paga extra de Navidad que nuestro ínclito Presidente del
Gobierno, Don Mariano Rajoy anunció, el no menos ubérrimo señor Grinán,
Presidente de la Junta de Andalucía, anuncia, asimismo, que “para que la misma
carne no sufra dos escarnios seguidos” da marcha atrás (recula) y, el bueno de
él, cumple su promesa electoral de no bajarnos, desde sus instancias, el
sueldo.
Me temo que no va a ser el único
espejismo de tal naturaleza que vamos a poder atestiguar. Estoy segura de que
esta gentuza ve lo que se está cociendo en nosotros. Ve nuestro monumental
enfado, y que los funcionarios, como colectivo, si actúan con unidad en sus
protestas y determinaciones, pueden ejercer una fuerza tan brutal como
devastadora. Una protesta contundente ante tanta vejación podría descuajar por
completo nuestros múltiples (e incompetentes) gobiernos. Así que, por mínima
que sea su inteligencia, comprenderán que más les vale, en muchos casos, rectificar,
o, mejor, hacer como que rectifican. Resultado: la desmovilización.
Resultado: el adocenamiento. Resultado: la división.
Y saben que el César venció porque
dividió.
El día 19 de julio, en la marcha de
Granada, quise manifestar, al igual que miles de personas, (y que los medios
publiquen los datos falaces que quieran publicar) mi dolor por los ultrajes
sufridos, como trabajadora y como ciudadana. Quise expresar qué injustas, qué
insostenibles y qué intolerables me parecen sus gestiones. Y qué ruinosas, a
todas luces, van a ser. Aunque me temo que, tristemente, ellos, Rajoy, Griñán,
o el que queramos mencionar, no son más que peleles, sin poder alguno, de
instancias superiores.
Quise decir, en definitiva, lo que todos
sabemos: hay alternativa.
Así que marchemos unidos, continuemos
trabajando en contra de este proceder que los de arriba se han fijado como
meta. Sus decisiones están sembrándonos con sal. Y este es, sin duda, mal abono
para el futuro.